Windows 10 acabará con, aproximadamente, 240 millones de PCs

La semana pasada se cumplieron dos años y medio desde que Microsoft anunciará cuándo se producirá el final del ciclo de vida de Windows 10. Se dio una circunstancia muy peculiar, y es que este anuncio se llevó a cabo el 14 de junio de 2021, pero su sucesor natural, Windows 11, no fue presentado oficialmente hasta 10 días más tarde, el 24 de junio. Si es cierto que ya se habían producido filtraciones y rumores en este sentido con anterioridad, pero aun así resultó un tanto llamativo que se anunciara el final de uno antes de la presentación del otro.

El 14 de octubre de 2025 es la fecha elegida por Microsoft, salvo que se produzca algún cambio más adelante, para dar por finalizado el ciclo de vida de Windows 10. No sería la primera vez, eso sí, que un plazo de este tipo se retrasa, pero en todo caso será por unas semanas o unos pocos meses, si es que se dan las circunstancias que obligan a hacerlo. Pero, en resumidas cuentas, hablamos de poco menos o poco más de dos años… a no ser que estés dispuesto a pasar por caja, claro.

El anuncio de Windows 11, y más concretamente el apartado de sus requisitos mínimos, resultó polémico desde el primer momento, principalmente por la exigencia de soporte de TPM 2.0 y de Secure Boot, dos características de seguridad que no están presentes en una parte importante de los equipos que sí que, por lo demás, podrían ejecutar Windows 11 con normalidad. Usuarios que, por lo tanto, se han visto atados a Windows 10, aunque tuvieran interés en actualizarse.

Según publica la Agencia Reuters, 240 millones de ordenadores quedarán sin soporte con la muerte de Windows 10. La única alternativa será, para quienes puedan renunciar a emplear el sistema operativo de Microsoft, dar el salto a Linux, pues en ese momento, con toda probabilidad se podrán encontrar distribuciones poco exigentes y que, por lo tanto, permitirán alargar la vida de dichos sistemas.

240 millones de ordenadores es una cifra más que considerable, al punto de que sorprende que Microsoft esté dispuesta a renunciar a la cuota del mercado de sistemas operativos de escritorio que supone. No obstante, si en Redmond se mostraron inflexibles en este punto con Windows 11, parece poco menos que imposible que den marcha atrás a estas alturas, y menos aún que prescindan de estos requisitos en Windows 12 que, además, probablemente sea más exigente en otros requisitos.