
Windows 11 presume de ser un sistema operativo moderno, optimizado para el hardware actual y preparado para el futuro. Sin embargo, bajo esa capa de diseño pulido y promesas de eficiencia, empiezan a aparecer comportamientos que preocupan a una parte cada vez mayor de la comunidad. Uno de ellos tiene que ver con el uso de la memoria RAM y, más concretamente, con un servicio que se ejecuta en segundo plano, está activado por defecto y cuya actividad pasa completamente desapercibida para el usuario medio, pese a su impacto directo en el rendimiento del equipo.
Hablamos de la Optimización de Entrega, un componente clave del ecosistema de actualizaciones de Windows que, según múltiples reportes, presenta una fuga de memoria persistente que se agrava con el paso de los días.
-Un consumo que crece sin límite y sin avisos
El problema no es puntual ni anecdótico. Usuarios avanzados que monitorizan el comportamiento interno del sistema han detectado que el servicio responsable de la Optimización de Entrega, identificado en Windows como DoSvc, incrementa su uso de memoria de forma progresiva y constante. No hay picos ocasionales ni descensos naturales tras completar su tarea: la memoria asignada simplemente sigue creciendo.
Uno de los casos más documentados surgió en Reddit, donde un usuario realizó un seguimiento detallado del consumo de RAM de este proceso a lo largo de varios días. El resultado fue claro: tras casi una semana sin reiniciar el sistema, DoSvc llegó a consumir entre dos y tres gigabytes de memoria por sí solo. En equipos con 8 GB de RAM o menos, esta situación tiene consecuencias inmediatas, desde ralentizaciones evidentes hasta cierres inesperados de aplicaciones.
Lo más preocupante es que este comportamiento no parece estar ligado a una descarga activa ni a una actualización concreta. El servicio permanece activo incluso cuando el sistema no está recibiendo nuevos parches, acumulando memoria que nunca libera.
-¿Qué es realmente la Optimización de Entrega y por qué existe?
La Optimización de Entrega es una pieza fundamental de la estrategia de Microsoft para distribuir actualizaciones de forma más eficiente. En lugar de depender exclusivamente de sus servidores, Windows puede descargar fragmentos de actualizaciones desde otros equipos de la red local o incluso desde ordenadores externos, en un esquema similar al intercambio P2P.
Sobre el papel, el sistema tiene sentido: reduce la carga en los servidores centrales y acelera la llegada de actualizaciones. El problema surge cuando este servicio, que debería activarse de forma puntual, se comporta como un proceso permanente que no gestiona correctamente los recursos que utiliza.
Las pruebas realizadas por distintos usuarios coinciden en un punto clave: DoSvc no libera memoria con el paso del tiempo. No se reinicia, no reduce su huella y no entra en reposo, incluso cuando su función principal ya no es necesaria.
-Un servicio difícil de desactivar sin consecuencias
Ante un consumo desmedido de recursos, la solución lógica sería desactivar el servicio. Sin embargo, aquí aparece otro problema de diseño. La Optimización de Entrega no es un componente aislado: está estrechamente vinculada a otras partes críticas del sistema.
Deshabilitar DoSvc manualmente puede provocar efectos secundarios importantes, como la interrupción de las actualizaciones de Windows Defender. En la práctica, esto coloca al usuario frente a una decisión incómoda: aceptar un consumo creciente de memoria o comprometer la seguridad del sistema.
Este tipo de dependencia refuerza la sensación de que Windows 11 está cada vez más diseñado para funcionar bajo una lógica cerrada, donde el usuario tiene un margen de maniobra limitado incluso cuando detecta comportamientos anómalos.
-Más procesos automáticos, más presión sobre el hardware
La Optimización de Entrega no es un caso aislado. En versiones recientes de Windows 11, como 24H2 y las primeras builds de 25H2, Microsoft ha modificado el comportamiento de otros servicios internos. Uno de los más señalados es AppXsvc, relacionado con Microsoft Store, que ha pasado de ejecutarse bajo demanda a iniciarse automáticamente con el sistema.
Esto implica que, incluso en equipos donde la tienda apenas se utiliza, el servicio permanece activo consumiendo CPU, memoria y acceso a disco. Algunos usuarios han reportado picos de uso de CPU de hasta un 30 % en equipos modestos, una cifra especialmente problemática en ordenadores con 4 u 8 GB de RAM.
La tendencia es clara: cada nueva versión de Windows 11 incorpora más procesos activos por defecto, muchos de ellos invisibles para el usuario y difíciles de desactivar sin romper otras funciones del sistema.
-El trasfondo del problema: requisitos crecientes y percepción de “bloatware”
Microsoft insiste en que Windows 11 no es inherentemente más pesado que versiones anteriores. Sin embargo, el comportamiento de estos servicios cuenta otra historia. El aumento progresivo del consumo de recursos explica en parte por qué la compañía recomienda ya configuraciones de 16 GB de RAM para equipos orientados al gaming o a tareas exigentes.
No se trata únicamente de aplicaciones abiertas por el usuario, sino de un ecosistema de procesos que se ejecutan de forma permanente, acumulando consumo con el tiempo. Para muchos, esto refuerza la percepción de que Windows 11 está entrando en una etapa de sobrecarga estructural, donde el sistema exige más hardware no por necesidad técnica, sino por decisiones de diseño.
-Un problema que exige respuesta
La fuga de memoria asociada a la Optimización de Entrega no es un detalle menor ni un fallo anecdótico. Afecta directamente a la estabilidad del sistema y penaliza especialmente a los usuarios con equipos modestos, que siguen siendo una parte muy relevante del parque de PCs en circulación.
Mientras Microsoft continúa añadiendo servicios automáticos y funcionalidades en segundo plano, la pregunta sigue en el aire: ¿hasta qué punto puede escalar este modelo antes de que el rendimiento básico se vea comprometido? Por ahora, el problema está identificado por la comunidad, pero sigue sin una respuesta clara por parte de Redmond. Y en un sistema operativo que presume de eficiencia y seguridad, ese silencio empieza a pesar tanto como los gigabytes de RAM que desaparecen sin explicación