
Durante años, la idea de que “más caro significa más seguro” ha dominado el discurso en torno a los antivirus. Muchos usuarios siguen instalando soluciones de pago convencidos de que ofrecen una protección superior, aunque eso implique convivir con avisos constantes, consumo elevado de recursos y un sistema sensiblemente más lento. Sin embargo, los datos más recientes de 2025 están dibujando un escenario muy distinto: la defensa más eficaz para Windows 11 no solo es gratuita, sino que viene integrada de serie en el propio sistema operativo.
-El antivirus silencioso que ya viene con Windows
Microsoft Defender, conocido durante años como Windows Defender, ha pasado de ser una solución básica y poco apreciada a convertirse en uno de los pilares de seguridad del ecosistema Windows. Su mayor virtud no es solo que no tenga coste adicional, sino que está profundamente integrado en el sistema operativo. No necesita instalar módulos externos, no muestra publicidad ni utiliza mensajes alarmistas para forzar decisiones rápidas. Simplemente funciona en segundo plano.
Este enfoque contrasta de forma directa con el de muchos antivirus comerciales, que recurren a notificaciones constantes, análisis “urgentes” y advertencias exageradas para justificar su presencia. Defender, en cambio, se limita a proteger el sistema sin interferir en la experiencia diaria del usuario, algo que hoy se ha convertido en un valor diferencial.
-Las pruebas independientes desmontan el mito del antivirus de pago
Los informes más recientes de AV-TEST, uno de los laboratorios de referencia en seguridad informática, han puesto cifras concretas sobre la mesa. En sus evaluaciones de 2025, Microsoft Defender fue sometido a las mismas pruebas que otros 16 antivirus populares en Windows, incluyendo soluciones de pago ampliamente conocidas. El resultado es difícil de ignorar: una puntuación perfecta de 6 sobre 6 tanto en protección como en rendimiento.
En términos de detección, Defender alcanzó tasas cercanas al 99% frente a amenazas reales, situándose al mismo nivel que productos que cuestan decenas o incluso cientos de euros al año. No se trata, por tanto, de una protección “suficiente”, sino de una defensa equiparable a la de las mejores soluciones comerciales del mercado.
-Rendimiento: donde realmente se marca la diferencia
El punto en el que Microsoft Defender destaca con claridad es en el impacto sobre el rendimiento del sistema. AV-TEST no solo mide cuántas amenazas se bloquean, sino también cómo afecta cada antivirus al uso cotidiano del PC. Navegar por la web, descargar archivos, instalar aplicaciones o copiar datos son tareas básicas que pueden volverse frustrantes si el software de seguridad interfiere demasiado.
En estas pruebas, Defender apenas ralentizó el sistema un 1% en operaciones clave como la carga de páginas web, las descargas o la copia de archivos. En comparación, algunos antivirus de pago provocaron caídas de rendimiento de entre el 12% y el 14% en esas mismas tareas. La diferencia es especialmente notable en equipos modestos o portátiles, donde cada ciclo de CPU y cada acceso al disco cuentan.
La explicación es técnica pero sencilla: Defender opera desde dentro del sistema, con acceso directo a sus componentes. Los antivirus externos, por el contrario, deben interceptar y analizar cada acción “desde fuera”, lo que implica más procesos, más consumo de recursos y, en consecuencia, más lentitud.
-El problema del bloatware preinstalado
A esta ecuación se suma otro factor que afecta a millones de usuarios: los antivirus preinstalados. Es habitual que muchos ordenadores nuevos lleguen con versiones de prueba de soluciones como Norton o McAfee. Estos programas, además de caducar al cabo de unas semanas, suelen ejecutar procesos intensivos en segundo plano que mantienen la CPU y el disco al máximo durante largos periodos de tiempo.
En la práctica, esto se traduce en arranques más lentos, ventiladores funcionando a pleno rendimiento y una experiencia general claramente inferior. No es que estos antivirus sean inútiles, pero su impacto puede resultar desproporcionado para el nivel de protección adicional que ofrecen frente a Defender.
-¿Tiene sentido pagar por un antivirus en 2025?
Los datos actuales indican que solo un puñado de soluciones de pago, como Kaspersky, Bitdefender o ESET, logran un equilibrio similar al de Microsoft Defender en términos de protección y rendimiento. Aun así, siguen siendo productos de pago que, en esencia, no ofrecen una ventaja clara frente a una herramienta gratuita integrada en Windows 11.
Un estudio citado por la Universidad de Chicago en 2025 añade una capa más al debate: alrededor del 70% de los usuarios cree erróneamente que un antivirus de pago los protege mucho más que la solución nativa de Microsoft. En realidad, lo que suelen obtener es un sistema más lento y una falsa sensación de superioridad en seguridad.
Nada de esto significa que los antivirus de pago carezcan de valor en escenarios muy concretos o profesionales. Pero para el usuario medio de Windows 11, Microsoft Defender se ha consolidado como una solución sólida, eficiente y sorprendentemente discreta. Protege al mismo nivel que sus rivales más caros, consume menos recursos y no exige suscripciones ni decisiones forzadas.
En 2025, la pregunta ya no es si Windows Defender es suficiente. La pregunta es si realmente merece la pena pagar por algo que, en la práctica, hace lo mismo… y además ralentiza tu PC.