Un golpe para los gamers con PC antiguos, Steam dejará de ser compatible con Windows 10 de 32 bits en 2026

Si todavía utilizas Windows 10 en su versión de 32 bits y perteneces a ese grupo de usuarios que no cambia de ordenador bajo la premisa de que “si funciona, no hay motivo para hacerlo”, es importante conocer la última decisión de Valve: Steam dejará de dar soporte a este sistema operativo a partir del 1 de enero de 2026. Esto implica que la aplicación de Steam dejará de funcionar en dicho entorno, dejando de recibir actualizaciones y soporte oficial. Los juegos ya descargados podrán seguir ejecutándose durante un tiempo, aunque no hay garantía de estabilidad a medida que el cliente de Steam quede obsoleto.

-Un cambio esperado en la industria

Hace apenas unos años, las versiones de Windows de 32 bits eran relativamente comunes, pero hoy resultan prácticamente reliquias dentro del sector del gaming. Según los propios datos de Steam, únicamente un 0,01% de sus usuarios mantiene equipos con Windows 10 de 32 bits, una cifra casi anecdótica si se compara con el dominio actual de Windows 11, que concentra cerca del 60% de cuota, seguido por Windows 10 de 64 bits con un 35%.

Este dato revela que quienes aún dependen de los 32 bits suelen ser equipos muy antiguos, posiblemente en cibercafés, tiendas o en manos de usuarios que llevan años sin renovar su hardware. Para ellos, la consecuencia es clara: toca actualizarse o resignarse a quedarse fuera de la plataforma.

-Las razones detrás del abandono

El principal motivo de esta decisión es técnico y económico. Muchas de las herramientas, librerías y controladores que utiliza Steam ya no se desarrollan para sistemas de 32 bits. Microsoft, por su parte, también abandonó el soporte oficial a esta arquitectura en Windows 10, lo que hace que mantener compatibilidad resulte cada vez más complicado y poco rentable para Valve.

Además, las limitaciones propias de los sistemas de 32 bits los vuelven insuficientes en la actualidad: no pueden manejar más de 4 GB de memoria RAM, un límite que resulta irrisorio frente a los requisitos de la mayoría de juegos modernos. En cambio, un sistema de 64 bits permite gestionar mayor cantidad de memoria, procesar más datos de forma simultánea y garantizar mejor rendimiento, estabilidad y compatibilidad con títulos que demandan cada vez más recursos.

Por ello, prácticamente todo el ecosistema de PC gaming se ha consolidado en arquitecturas de 64 bits, dejando a los 32 bits como un vestigio tecnológico.

-¿Cómo saber si tu PC pertenece a los 32 bits?

Si no tienes certeza del tipo de arquitectura de tu ordenador, basta con entrar en el apartado “Acerca de tu PC” dentro de la configuración de Windows y verificar el tipo de sistema. Si aparece “32 bits”, significa que será necesario planear una actualización más pronto que tarde para seguir utilizando Steam.

En teoría, una alternativa sería migrar a distribuciones de Linux compatibles con 64 bits, aunque para la mayoría de los usuarios esta opción no resulta sencilla. La realidad es que la transición hacia los 64 bits ya está marcada por la propia industria y 2026 será el punto de inflexión definitivo.

-¿Qué pasará con los juegos?

Aunque la aplicación de Steam dejará de funcionar en Windows 10 de 32 bits, los juegos que ya estén instalados seguirán ejecutándose durante un tiempo. No obstante, la falta de soporte provocará que el cliente pueda volverse inestable o directamente inutilizable con el paso de las actualizaciones. Es importante aclarar que los juegos de 32 bits no desaparecen: pueden ejecutarse sin inconvenientes en sistemas de 64 bits, de modo que la limitación recae únicamente en el sistema operativo y en la aplicación cliente de Steam.

-Un adiós inevitable

La decisión de Valve responde a una tendencia imparable en la industria tecnológica: dejar atrás arquitecturas obsoletas que ya no ofrecen garantías de seguridad ni rendimiento. Para la gran mayoría de usuarios, el impacto será imperceptible, pero para ese 0,01% que aún utiliza Windows 10 de 32 bits, la conclusión es ineludible: actualizar el equipo o quedarse fuera.

En definitiva, se trata de un adiós paulatino, pero necesario, que busca equilibrar compatibilidad con la innovación. Mantener sistemas obsoletos no solo es una carga técnica, sino también un riesgo de seguridad que la industria no puede seguir sosteniendo.