
Passkey es una de esas innovaciones tecnológicas destinadas a transformar de raíz la manera en que entendemos y gestionamos la seguridad digital. Microsoft ha confirmado recientemente su intención de acelerar esta transformación: a partir de ahora, todas las nuevas cuentas que se creen dentro de su ecosistema utilizarán este sistema de autenticación cifrada como configuración predeterminada, eliminando por completo el uso de contraseñas. Aunque a primera vista pueda parecer una simple modificación técnica, lo cierto es que estamos ante un cambio estructural en el modelo de acceso a los servicios digitales.
-¿Qué es una passkey y por qué supone una revolución?
La idea de abandonar las contraseñas no es nueva, pero durante mucho tiempo ha sido percibida como una aspiración lejana más que una posibilidad tangible. Las passkeys hacen viable ese objetivo. Se trata de claves criptográficas privadas generadas bajo los estándares FIDO (Fast Identity Online), que se almacenan de forma segura en el dispositivo del usuario. Su uso está vinculado a un método de autenticación local, como la biometría huella dactilar o reconocimiento facial o la introducción de un PIN. De este modo, el usuario no necesita recordar ni escribir ninguna contraseña, ni tampoco preocuparse por posibles filtraciones en bases de datos vulneradas.
Este modelo elimina los vectores de ataque más comunes asociados a las contraseñas tradicionales, como el phishing, el uso de contraseñas débiles o su reutilización en múltiples plataformas. En su lugar, las passkeys proporcionan un mecanismo de verificación más seguro, rápido y resistente a la manipulación externa, al mismo tiempo que simplifican la experiencia del usuario.
-La estrategia de Microsoft y la transición en marcha
Para Microsoft, esta implementación no es una novedad absoluta, sino la culminación de una estrategia iniciada tiempo atrás. Hace aproximadamente un año, la compañía comenzó a ofrecer soporte para passkeys en cuentas personales, sentando las bases para el cambio que hoy se consolida: todas las cuentas nuevas ya prescinden de contraseñas desde su creación. Para quienes ya disponen de una cuenta, el proceso de migración es voluntario y accesible. Basta con acceder al panel de configuración y eliminar la contraseña para activar el inicio de sesión exclusivo con passkey.
En aquellos casos donde el usuario haya activado previamente la autenticación en dos pasos (2FA), el sistema dejará de solicitar la contraseña convencional y pasará directamente al segundo factor de autenticación, o bien utilizará directamente la passkey como mecanismo principal de acceso. Esta transición, por tanto, no solo es opcional y reversible, sino también compatible con las prácticas de seguridad ya implementadas por muchos usuarios.
-Compatibilidad multiplataforma y opciones de gestión
La adopción de passkeys no se limita al entorno Windows. Microsoft ha extendido su compatibilidad a los sistemas operativos y navegadores más relevantes del mercado: Windows 10 y 11, macOS desde la versión Ventura, iOS 16, Android 9 y versiones posteriores. En cuanto a los navegadores, Chrome, Edge y Safari son plenamente compatibles a partir de sus versiones 109, 109 y 16, respectivamente.
Para la gestión y almacenamiento de passkeys, Microsoft ofrece su propia aplicación Authenticator, disponible tanto para Android como para iOS. No obstante, la arquitectura abierta del sistema permite también integrar estas claves en gestores de contraseñas de terceros como 1Password o Dashlane, sin comprometer en ningún momento la seguridad del cifrado de extremo a extremo. Esta interoperabilidad favorece un ecosistema más flexible, en el que los usuarios no quedan encerrados en una única solución propietaria.
-Seguridad local basada en hardware
El funcionamiento de las passkeys se apoya en los módulos TPM (Trusted Platform Module) presentes en muchos dispositivos modernos. Estos chips permiten generar y almacenar las claves en un entorno seguro, inaccesible incluso para el propio sistema operativo o para Microsoft. Las claves nunca se transfieren a servidores externos, ni se sincronizan a través de la nube en formato legible. Esto representa un avance sustancial frente a la contraseña tradicional, que no solo es vulnerable a ataques automatizados o robo por ingeniería social, sino que también tiende a ser mal gestionada por el propio usuario.
El modelo de seguridad cambia así su centro de gravedad: ya no se trata de proteger una cadena de caracteres alojada en un servidor, sino de asegurar una clave criptográfica que nunca abandona el dispositivo y solo se activa mediante una autenticación local robusta.
-Una tendencia global hacia la autenticación moderna
Microsoft no es el único actor impulsando esta transformación. Empresas como Google y Apple ya han adoptado el sistema de passkeys en sus propias plataformas, lo que evidencia una transición generalizada hacia modelos de autenticación más sólidos, descentralizados y alineados con los hábitos tecnológicos del usuario contemporáneo. En lugar de delegar la seguridad en servidores externos o en la memoria del usuario, se confía en el hardware personal y en mecanismos criptográficos que operan en segundo plano, sin necesidad de intervención consciente.
Este cambio representa no solo una evolución técnica, sino también una redefinición conceptual de la seguridad digital. La desaparición de las contraseñas no implica una pérdida de control, sino una redistribución de la confianza: desde la vulnerabilidad humana hacia la fiabilidad de los sistemas diseñados para evitar precisamente esos errores humanos.
-El futuro de la seguridad digital está en el dispositivo
Desde una perspectiva práctica, lo verdaderamente relevante no es simplemente que podamos dejar atrás las contraseñas, sino que cada vez resulta más difícil encontrar argumentos para seguir utilizándolas. Las passkeys no solo simplifican la experiencia de acceso y elevan los niveles de protección, sino que además imponen un nuevo estándar de seguridad que, hasta hace poco, solo se veía en entornos corporativos altamente controlados.
No obstante, este avance también plantea ciertos desafíos. Perder el dispositivo principal, enfrentarse a fallos en los métodos biométricos o depender de un ecosistema más estructurado son variables que deberán ser abordadas con soluciones complementarias. Sin embargo, el balance general resulta ampliamente favorable. Las passkeys representan un paso lógico y necesario en la evolución de la seguridad digital, uno que sitúa al usuario en el centro de un modelo más seguro, más transparente y, sobre todo, más coherente con los riesgos actuales.