
El lanzamiento de Ubuntu 26.04 LTS marcará, como cada versión de soporte prolongado, un punto clave en el calendario del ecosistema Linux. Canonical y la comunidad suelen presentar estas ediciones como el refugio seguro para usuarios domésticos, empresas y administraciones públicas que priorizan estabilidad y mantenimiento a largo plazo. Sin embargo, esta vez la foto oficial llega con dos huecos difíciles de ignorar: Ubuntu MATE y Ubuntu Unity no formarán parte del grupo de sabores con estatus LTS.
La decisión no responde a un veto directo de Canonical ni a un cambio de política repentino. Ambos proyectos optaron por no solicitar la recalificación LTS ante la junta técnica de Ubuntu, un paso imprescindible para garantizar los cinco años de soporte característicos. El resultado es una señal clara de desgaste interno que abre preguntas incómodas sobre el presente y el futuro de estas ediciones.
-¿Qué implica quedarse fuera del paraguas LTS?
Dentro del ecosistema Ubuntu, obtener el sello LTS no es un trámite automático. Cada sabor oficial debe demostrar capacidad técnica y organizativa para sostener el mantenimiento durante un lustro completo: actualizaciones de seguridad, parches críticos, revisiones de mantenimiento y nuevas imágenes ISO cuando es necesario corregir problemas graves.
Al renunciar a este proceso, Ubuntu MATE y Ubuntu Unity pasan a un segundo plano estratégico. No desaparecen del mapa, pero sí pierden el respaldo que convierte a una versión LTS en una apuesta segura para entornos productivos. Para muchos usuarios, esa diferencia es crucial: un Ubuntu sin soporte extendido deja de ser una opción a largo plazo y se convierte en una elección más frágil, dependiente del pulso de un equipo reducido de desarrolladores.
-Ubuntu MATE: de sinónimo de estabilidad a proyecto en pausa técnica
El caso de Ubuntu MATE es especialmente llamativo. Desde que alcanzó el estatus de sabor oficial en 2015, había mantenido una cadencia impecable de versiones LTS cada dos años. Su propuesta era clara: un escritorio clásico, predecible y ligero, heredero del espíritu de GNOME 2, pensado para usuarios que valoran la continuidad por encima de la experimentación constante.
Sin embargo, en los últimos años el proyecto ha empezado a mostrar síntomas evidentes de desaceleración. El escritorio MATE que acompaña a Ubuntu sigue anclado en la versión 1.26, publicada en 2021, mientras otras distribuciones ya han integrado MATE 1.28 con mejoras acumuladas en rendimiento, compatibilidad y correcciones de errores. No se trata de un bloqueo técnico insalvable, sino de algo más prosaico y habitual en el software libre: falta de manos.
Martin Wimpress, figura central en el desarrollo y la integración de Ubuntu MATE, ha ido desplazando su atención hacia otros proyectos. Esta reorientación ha dejado al sabor sin el músculo humano necesario para garantizar el ritmo de mantenimiento que exige una LTS. Ante ese escenario, la ausencia de solicitud de recalificación parece menos una renuncia ideológica y más una decisión pragmática.
-Ubuntu Unity: un proyecto joven con problemas de continuidad
Si Ubuntu MATE representa un desgaste progresivo, Ubuntu Unity encarna una fragilidad más abrupta. Convertida en edición oficial hace apenas tres años, esta distribución aspiraba a recuperar el escritorio Unity como alternativa moderna y coherente dentro del universo Ubuntu. El entusiasmo inicial, sin embargo, no se ha traducido en una estructura sostenible.
El proyecto depende en gran medida de una figura muy concreta, su principal impulsor, que compagina el desarrollo con obligaciones académicas. Esa realidad se hizo evidente recientemente, cuando Ubuntu Unity ni siquiera logró publicar una versión estable de Ubuntu 25.10 y desapareció del calendario de lanzamientos sin explicaciones detalladas. Ese episodio encendió las alarmas sobre su viabilidad real.
Aunque existen indicios de que otros desarrolladores podrían asumir el liderazgo en el futuro, por ahora no hay confirmación oficial. En este contexto, la renuncia al estatus LTS para Ubuntu 26.04 parece una consecuencia lógica de una base organizativa aún demasiado frágil.
-¿Qué cambia para quienes ya usan estas ediciones?
Quedarse fuera del club LTS no equivale a una sentencia de muerte inmediata. Ubuntu MATE y Ubuntu Unity seguirán existiendo, y sus usuarios continuarán recibiendo actualizaciones y parches mientras dure el ciclo de vida estándar de Ubuntu 26.04. El sistema no dejará de funcionar ni quedará expuesto de un día para otro.
La diferencia aparece en el medio y largo plazo. Sin estatus LTS no habrá revisiones de mantenimiento, nuevas imágenes ISO corregidas ni la misma prioridad en la resolución de problemas críticos. También se pierde visibilidad dentro del propio ecosistema Ubuntu, algo que influye tanto en la adopción de nuevos usuarios como en la confianza de empresas y administraciones.
-Un escenario que empuja a la migración interna
Todo apunta a que muchos usuarios optarán por moverse dentro del propio paraguas Ubuntu. Xubuntu, Lubuntu y Kubuntu sí han confirmado su condición de LTS en Ubuntu 26.04 y mantienen equipos activos y bien estructurados. Para quienes buscan continuidad sin abandonar el ecosistema, estas alternativas se perfilan como el camino más sencillo.
La ausencia de Ubuntu MATE y Ubuntu Unity en la próxima LTS no es solo una anécdota del calendario. Es un recordatorio de que, incluso en proyectos consolidados, la sostenibilidad depende menos del código y más de las personas que lo mantienen. Ubuntu 26.04 llegará con fuerza, pero también con la evidencia de que no todos los sabores pueden resistir el peso del largo plazo.